Jugar el Volumen

¿Como sería plantear espacios de juego en la intimidad?. Con piezas parecidas pasamos de jugar con la superficie a jugar con el volumen. Construimos espacios cubiertos a su altura, cabañas, lugares para esconderse, refugiarse, alejarse de la mirada adulta, jugar y compartir. 

Las superficies se convirtieron en piezas de construcción de gran formato con las que construyeron sus propios refugios que compartían en pequeños grupos de niños.

Lugares donde los adultos no entran, los límites esta vez eran tangibles y en las tres direcciones del espacio.

La escala del volumen acoge al cuerpo. Creando una atmósfera más recogida. Las posibilidades de movimiento se reducen, la luz baja, el juego empieza a ser hacia dentro.

La interacción con el volumen que nos acoge es que alcanzamos a tocar cada uno de sus límites físicos. Tenemos que entrar despacio para caber por los huecos, tenemos que agacharnos si nos arrimamos a los límites y alcanzábamos a tocar el techo... un techo que en una de las cabañas estaba lleno de taladros formando constelaciones.

¡Aquí dentro podíamos llegar a tocar las estrellas!

Jugar a construir, a construir a escala real. Piezas grandes con las que construyen refugios y juegan dentro. 

Piezas medianas que construyen sobre el  cuerpo y que las visten y les transforman en personajes que inventan.

Piezas pequeñas que manipulan con las que inventan personajes y mundos simbólicos.

Con las piezas más pequeñas empezaron a construir móviles que colgaban del techo de sus refugios . Los bebés empezaron a mirar arriba, a querer alcanzar. 

Los niños más mayores les enseñaban las estrellas... no parecían verlas... hasta que Leo dijo: - ¿Cómo podemos ver las estrellas si no apagamos la luz?.